Insignia identificativa de Facebook

jueves, 17 de abril de 2014

Balanza

En estos tiempos, la equidad era cosa difícil. Dar lo necesario a cada cual, recibir de igual modo, no eran hechos corrientes. Tampoco repartir, aun momentos; o formar parte de ellos.
La justicia nunca ha sido una característica que defina ese espacio de tiempo llamado vida.
Tampoco algo innato a las personas, incluso a aquellas que creen llevarla por bandera.
Subsanar errores es cada vez más raro. Casi tanto como aceptar los propios.
Y el peso de las cosas realmente importantes ha dejado de ser tal, dando paso a quizá pesados y, de igual modo, absurdos valores.

Bajó de sus pensamientos, aun sin haber sido consciente de subir hasta ellos.
También su mirada descendió bruscamente, y volvió a enfocar el trabajo que había comenzado unos momentos antes.

La balanza parecía rota.

No conseguía ver claramente a qué era debido, pero no realizaba su función correctamente.
El equilibrio que reinaba en ella cuando ambos lados yacían vacíos se había quebrado y, ahora, siempre pesaba más uno de ellos. Solía pasar algo así en muchas balanzas. Y casi siempre era el mismo lado el que cedía. Aquél que más peso había soportado. Incluso en aquellas balanzas que llevaban lustros funcionando y cuya precisión era alabada por muchos ocurría, últimamente, este mismo hecho.

La solución, aparentemente fácil, era equilibrarlas y, acto seguido, limpiarlas y engrasarlas para que su precisión fuese perfecta. Pero algunas de ellas, a pesar de estos y otros cuidados, se resistían a volver a ser el símbolo de equilibrio, justicia y equidad para el cual habían sido construidas e inevitablemente, sin remedio alguno, eran desechadas, o guardadas en un olvidado rincón.


Cogió la taza de café, que siempre tenía en la mesa, a mano derecha.
Nunca se había preguntado el por qué de su profesión. Reparar balanzas. Había quienes decían que el hecho de reparar ya era de por sí valioso. Todavía más si se trataba de algo tan útil.

Dejó la taza tras beber unos tragos, y se levantó con dificultad. Desde hacía un tiempo cojeaba de la pierna izquierda. Era como si, por algún motivo, soportase más peso del esperado, como una balanza quebrada. Dirigió la mirada a la techumbre del barracón en el que pasaba tantas horas de su vida, como buscando alguno de sus pensamientos revoloteando alrededor.

"¿Por qué no pondrían el corazón en el centro del cuerpo, para aguantar mejor su peso?" - se preguntó.
"Quizá para que, alguien, al igual que tú eres capaz de reparar balanzas, equilibre un alma rota..." - le pareció escuchar vagamente, sin distinguir si la respuesta venía de su interior.

Algo le hizo mirar la balanza, encima de la mesa.
Ciertamente, casi todo puede repararse una vez conocida la causa del daño sufrido. Aunque, a veces, cuesta.

No hay comentarios: