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lunes, 14 de enero de 2013

Mi mundo , tu mundo...

Como dice mi doctora he de buscar iconos positivos para buscar mi paz interior... La verdad es que he de hacer caso de sus indicaciones ya que lleva muchos años tratándome de mi locura. Una locura por un mundo ideal, un mundo donde el compañerismo, la igualdad de condiciones, el respeto mutuo, la comprensión y el esfuerzo tienen cabida en el mundo actual. Llegas a la conclusión que por mucho esfuerzo que dediques el mundo no lo vas a cambiar, pero sí aprendes a que si luchas puedes conseguir modificar tu mundo.

Uno de mis mayores iconos positivos es escribir, cada persona tiene su mundo, su vida,... y es difícil recibir un abrazo a veces o una simple frase de apoyo, de entenderte, de comprenderte... y la escritura me da ese cobijo. Un cobijo donde puedo expresar mis sentimientos, en momentos buenos y momentos malos. Por suerte o por desgracia mis momentos buenos los comparto con los míos, los malos me los guardo para mi... Y ése es uno de los motivos por los que mi doctora o "mi gente" se molestan conmigo. Supongo que en vez de molestarse deberían abrazarme o decirme que todo va a salir bien.

A lo largo de mi vida he tenido muchos errores, he fallado a mucha gente y soy el primero que me exijo cosas, intento aprender a ser mejor persona, a que mi entorno viva en armonía... Me han ocurrido cosas que nadie sabe, porqué el miedo a defraudar a mi gente es muy grande... un miedo a ser juzgado, un miedo que a la vez te da fuerzas a seguir luchando contra esos pensamientos tristes, de locuras invadidas por el vacío de mi interior. La gente que me quiere ha sabido entenderme, ese loco bohemio que imagina la ilusión del sueño.

Quise ser un buen estudiante, pero el preocuparme por los demás hizo que dejara los estudios a un lado, el ser un hijo o un hermano modélico hizo que cuando no lo pasaba bien no contara con ellos por miedo a defraudar, el exigirme ser un gran jugador de fútbol, el hacer deporte porqué en el colegio me decían gordo hizo sobrepasar mi salud y destrozarme la espalda. El fútbol hizo mi carácter, mi estilo de vida, me enseñó a competir, a demostrar que podía lograr objetivos, me hizo destrozar mi timidez, quitarme pensamientos obsesivos... Con el tiempo en mi plena juventud logré reivindicarme, logré que ese niño gordo tuviera un respeto en el entorno del fútbol, en mi mundo si, en mi colegio, en mi instituto, en mi pueblo, en mis campeonatos, ... Pero eso solamente lo sé yo. Nadie más. Soñabas con aprender de los grandes jugadores que compartían contigo un terreno de juego, soñar con llegar a lo más alto posible y reivindicar tus valores, siempre recordando de donde vengo.

He perdido mucho dinero en el mundo del fútbol, como jugador rechacé ofrecimientos por luchar con los míos, aún sabiendo que no lograría campeonatos, siempre quise luchar por un sentimiento que pudiera con las grandes entidades, que mi sentimiento por el fútbol era más fuerte que un fajo de billetes o unos intereses para jugar. Con 16 años entrenando y probándome con uno de los equipos más importantes de mi país tuve la desilusión más grande en este deporte que me hizo no esforzarme más y ver lo podrido que está este mundillo... No podía ser que un niño de un equipo de barrio que jugaba en un equipo de barrio, valga la redundancia, jugara en las posiciones de chicos con mejor orden social, la excusa de la estatura... y el tiempo que te confirma que tus sueños no se realizan por el orden social... Desilusión total, pero mal por mi porqué bajé los brazos... Tuve muchas equivocaciones y di más importancia en aquella época a los problemas de "mi gente" de antaño y me descuidé de mis estudios, de mi fútbol, de mi familia...

En un momento de mi juventud, busqué mi errónea rebeldía y tuve una época muy triste donde estuve metido en problemas muy gordos, en coger un camino muy difícil, donde por ayudar a personas salí muy escaldado, donde pierdes gente en tu camino o te traicionan el corazón y el alma. Ya no podía desahogar mis penas en el fútbol, le di prioridad a otras cosas, a esas cosas dañinas. Tuve que dejar de jugar por mis problemas de espalda y rechazar una oferta de jugar en un equipo importante para mi edad, pero eso ya no me importaba. Recordaré las palabras que me dijo el doctor que aún retumban en mi interior: chico, si no quieres quedar en silla de ruedas has de dejar el fútbol... Alguna de esa gente que compartía mi vida de cierta manera se alegraron porqué así podían compartir más tiempo con ellos, y me hicieron creer que dejar el fútbol sería lo mejor, no pensando en mi y si pensando en dedicarme a ellos. 

Me hice entrenador de fútbol porqué no quería ver a los niños de mi barrio en las calles descubriendo cosas que yo descubrí, querías hacerles ver que el fútbol es un estilo de vida que te apartaría de las malas costumbres. Mi mayor reconocimiento es el ver a esos niños siendo mayores y que aún se acuerden de ti. Los años fueron pasando y mi mundo me animaba a seguir mejorando, a entrenar a equipos de fútbol, que tenía don para llevar grupos, que me implicaba con la gente. Yo sólo he tratado de hacer ver que el fútbol era mi pasión, un orgullo, algo más que ganar un partido. Me dieron la oportunidad a los 28 años de llevar un equipo amater y fue un año terrible en críticas, ataques a mi persona, a pasarlo realmente mal, en volver a caer en mis crisis de ansiedad. El fútbol me estaba dañando, pero aún así seguí luchando y recuerdo el haber conseguido un título que dio mucha alegría a muchos jugadores, a muchas personas. Y ésa era mi mayor satisfacción, ver como gente mayor lloraba por el éxito, como un club se alegraba de esa victoria. Recuerdo que ese día que debió ser uno de los días más felices de mi vida, lo pasé con crisis de ansiedad, con una tensión que jamás olvidaré. Ahí empecé a aprender la soledad de un entrenador de fútbol. Te desvives para que los jugadores sean felices, le escuchas sus problemas, les ayudas a mejorar y cuando consiguen sus propósitos se olvidan de uno. De ahí las palabras en las que un jugador es muy egoísta. Recuerdo a muchos de mis jugadores que fueron criticados por una directiva, por unos aficionados, por (como digo yo ahora) "eruditos del fútbol" que los dilapiraron con sus críticas, todo por no saber los problemas que tienen. Recuerdo como he priorizado mi vida, mi tiempo, mi familia por esos jugadores, por esos equipos... Nadie sabe lo que es pensar 25 horas al día en esa gente, en esos clubes donde has prestado tus servicios, en esos jugadores que has dado prioridad. Gritaré alto que he perdido tiempo en el amor, en la amistad, en mi trabajo, en mi salud. Mis doctores me obligan a dejar el mundo de entrenador y siempre me negué. Supongo que a veces hay que priorizar. He dado muchísimo por el fútbol. Sólo una vez lo aparqué unos meses por un tema importante de salud. Hace unos meses en un club donde me forjé y aprendí muchísimo, donde me dieron confianza pude desarrollar un buen trabajo, pero para ciertas personas al no conseguir un ascenso, de un plumazo, sin darte las gracias y encendidos por algún erudito del fútbol te humillan... sí, así me sentí yo. Aprendí de nuevo, que en el fútbol las órdenes sociales pueden más que la humildad.

Actualmente, decidí aprovechar la oportunidad que me brindaron para aceptar una proposición de entrenar a un equipo muy competitivo, fuera de mi pueblo... me sedujo muchísimo la idea porqué se hacía real uno de mis objetivos como entrenador. Se depositó muchísima confianza en mi trabajo, habían ilusiones en hacer algo grande pero han pasado unos meses y el equipo que dirijo está en peor situación que sus años anteriores, me siento que he decepcionado a esa gente que confió en mi trabajo, no he sabido transmitir mi pasión por el fútbol, en hacer ver a los jugadores que lo importante es el grupo, que en los malos momentos es donde se ven las personas, donde hay que dar un paso al frente y asumir responsabilidades y de buscar soluciones antes que reprochar o buscar excusas. No es el fútbol que aprendí, yo luché por otro fútbol... el de agradecer la confianza que poseen en ti, en dar la oportunidad a muchas personas en crecer, en que te devuelvan esa confianza pero... Llega un momento que has de tomar decisiones en la vida: pensar en ti o confiar y seguir luchando por tus creencias. Siempre me he guiado por señales y por sentimientos. Esta vez no será diferente. Sólo decir que en cuanto mayor es la alegría de esas personas en verme en horas bajas mayor es la fuerza para resarcirme. Sólo que esta vez mis hechos no serán callados.

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