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sábado, 23 de marzo de 2013

Encontrarás dragones



 Viviendo entre miedos, ilusiones y marcadores, pasa la semana creando en mi mente onces iniciales, convocatorias, estrategias, argucias y los posibles sucesos de los 90 minutos del próximo sábado. Planifico mis sesiones y soluciono con inventiva. Mi afonía es característica e incomprendida, pero justificada por mi alma competitiva y trabajadora. Respiro psicología, esquivo miradas, repto entre francotiradores, castigo, celebro, maldigo, golpeo una pizarra; es quizás ese nivel adrenalínico el que me despierta cada día ser entrenador. El míster puede provocar muchas sensaciones a su alrededor: curiosidad, desprecio, amistad, aburrimiento, admiración… depende de la fase en la que esté pasando por un club, de su longevidad en el mismo y de los resultados; con el del último partido vale.

No me importa desayunar o comer sólo y si está con algún colega o aliado hago bolas de servilletas en los bares para explicar una jugada. Pierdo el hilo de muchas conversaciones ajenas al partido, miro el televisor sin ver la tele y leo varias veces la misma línea de la tercera hoja de un libro; son jugadas, recuerdos, errores, problemas por solucionar o cómo defender aquella falta lateral lo que me pasea por la cabeza a cualquier hora del día. El técnico tiene parte de su naturaleza enlazada a la soledad ya que es líder y pensador de un complejo colectivo. Es un romántico, está marcado, algo loco, seguramente quiera jugar y no pueda, y como revancha al deshielo de ego maneja el grupo.

Esa locura de entrenador viene arraigada por la fragilidad del valor de mis ideas y mi trabajo: los resultados son los dueños y los dragones son mis enemigos, la vanidad, los baches y los miedos. Ser entrenador es jugar al ahorcado: cada derrota es un brazo, la cabeza o una pierna hasta llegar a la soga. Un mismo entrenador puede ser revulsivo en un sitio y ser expulsado algo más tarde por la necesidad de un revulsivo que a su vez alguna vez también fue cesado por la necesidad de un revulsivo, por lo que creo que ser buen entrenador requiere aunar liderazgo y conocimientos, y la capacidad de ser ese revulsivo el mayor número de días posibles. Pero como dijo el “Sabio”, fútbol es ganar, ganar y volver a ganar… Aunque el deporte es mucho más que eso

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